People & Culture

Nuevo ciclo del talento en hostelería

Reclutamiento reactivo y estrategia de personas

La industria hotelera avanza en un nuevo ciclo de crecimiento que, si bien muestra un dinamismo sólido en términos de inversión y demanda, arrastra una tensión estructural persistente: la escasez de talento. En este contexto, la forma de abordar la gestión de personas se ha convertido en un factor crítico, con implicaciones directas en la sostenibilidad operativa y en la experiencia del cliente.

Los equipos operativos siguen enfrentando retos considerables para atraer y retener perfiles cualificados. La alta rotación, la estacionalidad y la falta de relevo generacional son solo algunos de los factores que agravan esta situación.

¿Qué busca hoy el talento?

Flexibilidad, propósito y una carrera con sentido

El mercado laboral ha cambiado. Los profesionales ya no priorizan solo el salario o la estabilidad, sino un entorno que combine desarrollo profesional con bienestar personal. La flexibilidad, las políticas de conciliación y un propósito claro se han convertido en factores determinantes para captar y fidelizar talento en hospitality.

Esta evolución exige transformar la forma en que se diseñan y gestionan los procesos de reclutamiento. Aún hoy, muchas empresas del sector mantienen modelos de selección poco adaptados a las expectativas actuales del talento, lo que se traduce en procesos largos, poco personalizados y con escasa proyección de carrera.

Frente a ello, es necesario profesionalizar la atracción y trabajar con una visión integral de la experiencia del empleado desde el primer contacto.

Pero captar talento es solo el punto de partida. El reto real está en desarrollarlo y consolidarlo.

1. Formación continua: consolidar talento y reducir la rotación

Una estrategia de gestión de talento eficaz debe integrar formación, acompañamiento y oportunidades reales de crecimiento. Las organizaciones que invierten de forma sostenida en sus equipos no solo mejoran su rendimiento operativo, sino que refuerzan su cultura interna y su posicionamiento como empleador.

La capacitación continua funciona como una doble palanca: fortalece competencias, tanto técnicas como transversales, y actúa como herramienta de fidelización. En un sector intensivo en servicio, donde la experiencia del cliente depende directamente del desempeño humano, esta inversión se convierte en una ventaja competitiva.

El diseño de los programas formativos debe ser práctico, contextualizado y alineado con las trayectorias profesionales disponibles dentro de la compañía.

Cuando esto se logra, el desarrollo profesional se convierte en una vía real de retención, y no en una promesa genérica.

2. Employer branding auténtico: una ventaja en mercados tensionados

La reputación de la empresa como empleador ya no se construye únicamente desde fuera. En un entorno donde escasean los perfiles cualificados, el employer branding eficaz nace de la coherencia entre lo que se comunica y lo que realmente se vive en la organización.

Hoy más que nunca, los candidatos valoran la autenticidad y huyen de relatos desconectados de la experiencia real. Por ello, construir una marca empleadora sólida implica alinear la propuesta de valor interna con la externa y sostener ese mensaje en el tiempo.

Las empresas que destacan en este ámbito lo hacen desde tres frentes:

Cultura organizativa: con entornos que promueven la participación, la diversidad y el crecimiento profesional.
Beneficios tangibles: como la flexibilidad horaria, el acceso a formación interna y planes de carrera claros.
Testimonios reales: que muestran, con transparencia, cómo se vive el día a día en la organización.

Este enfoque no solo atrae mejor talento, sino que reduce el coste reputacional de una rotación mal gestionada o de expectativas incumplidas.

3. Compromiso real: evitar promesas huecas

La credibilidad de una marca empleadora se construye con hechos, no con grandes declaraciones. Prometer lo que no se puede cumplir, ya sea durante el proceso de selección o en la fase de onboarding, erosiona la confianza, mina el compromiso y amplifica la rotación.

Por eso, una gestión honesta del talento implica:

Comunicar de forma realista las ventajas competitivas.
Cumplir desde el primer contacto lo que se proyecta como organización.
Establecer canales activos de escucha para detectar mejoras desde la experiencia del empleado.

Las compañías que logran alinear su discurso con la realidad interna construyen relaciones laborales más duraderas, más productivas y con mayor impacto en el negocio.

En última instancia, son los equipos quienes sostienen la marca día a día ante el cliente, convirtiéndose en los principales embajadores de la empresa.

 

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