
Turismo Insight
Saboreamos y exploramos el atractivo del enoturismo
El turismo de experiencias ha cambiado, dejando de ser solo ocio para convertirse en un viaje más profundo y con propósito. Lo que antes giraba en torno a visitar y conocer lugares, ha evolucionado hacia encuentros inmersivos con la cultura local, actividades auténticas y conexiones significativas. Los viajeros de hoy no solo visitan, sino que buscan vivir el destino.
Esta evolución refleja la creciente demanda de experiencias personalizadas y auténticas que se alejan de los productos turísticos masivos. Los turistas desean interactuar con las comunidades locales, aprender habilidades tradicionales, participar en festividades locales y entender el contexto cultural e histórico de la zona.
El enoturismo es un ejemplo perfecto de turismo experiencial. No se trata solo de visitar una bodega y degustar vino, sino de participar en la vendimia, aprender sobre el proceso de elaboración del vino, conocer al enólogo, disfrutar de una comida con vistas a los viñedos y más. Todas estas actividades ofrecen una experiencia inmersiva y enriquecedora, conectando a los turistas con la cultura del vino, la naturaleza y la comunidad local.
El enoturismo es popular en regiones vitivinícolas de todo el mundo, como Francia, Italia, España, California, Chile, Argentina y Australia, entre otras, y se vuelve cada vez más popular porque permite a los viajeros explorar la historia, la tradición y la cultura vinculadas a la producción del vino, disfrutando de paisajes rurales espectaculares y experiencias culinarias únicas.
La oferta de alojamiento relacionada con el enoturismo varía desde hoteles boutique y encantadores hostales cercanos a viñedos y bodegas hasta estancias rurales dentro de las propias bodegas.
Estos alojamientos ofrecen experiencias complementarias, como catas privadas, recorridos guiados, clases de cocina enfocadas en maridajes con vino y actividades al aire libre como senderismo y ciclismo por los campos de vid. Estas experiencias han evolucionado, volviéndose más sofisticadas y buscando siempre diferenciarse para repetir la elección de los turistas.
Países clave en el enoturismo mundial
Debemos mencionar a los países europeos como el origen de esta unión entre vino y turismo, especialmente los situados en el suroeste del continente, donde se encuentran cuatro de los principales destinos mundiales: Portugal, Francia, Italia y España. Curiosamente, estos tres últimos también son los principales productores y exportadores de vino del mundo desde hace décadas, con una fuerte tradición vitivinícola que data de la época fenicia.
Estados Unidos ocupa el cuarto lugar en producción mundial y lidera en consumo. Un estudio reciente destaca su liderazgo en la participación activa de la industria del vino en el enoturismo, con más del 90% de las bodegas involucradas en el negocio.
¿Qué está pasando en Sudamérica?
El enoturismo en América Latina ha crecido significativamente, impulsado por la alta calidad de sus vinos, la belleza de sus paisajes y el desarrollo de propuestas turísticas atractivas. Esto genera empleo, fomenta el desarrollo económico local y preserva el patrimonio. Más allá de Mendoza y Chile, destinos tradicionales, países como Uruguay, Perú y Brasil están mostrando interés y desarrollo en regiones vitivinícolas relevantes.
Algunos ejemplos: en Uruguay, las regiones de Canelones y Carmelo, a orillas del Río de la Plata, son famosas por producir Tannat, la uva emblemática del país. En Perú, el Valle de Ica es el principal destino enoturístico, con bodegas como Tacama y Santiago Queirolo produciendo vinos y piscos de alta calidad. En Brasil, la región del Vale dos Vinhedos, en Río Grande del Sur, destaca por sus vinos espumosos y tintos elaborados con uvas Merlot y Cabernet Sauvignon.
El futuro se presenta prometedor, enfocado en experiencias auténticas y sostenibles, con prácticas responsables y colaboración comunitaria. La cooperación regional, ejemplificada por iniciativas como la Ruta del Vino del Sur, refuerza el sector como motor de desarrollo y de integración cultural.
Argentina:
El vino forma parte de la cultura argentina desde hace siglos. La combinación única de clima, suelo y altitud en varias regiones ha permitido desarrollar una industria vitivinícola pujante y expandir el turismo enológico.
Orígenes del cultivo de la uva en Argentina
La viticultura en Argentina se remonta a la colonización española en el siglo XVI. Los colonizadores introdujeron variedades europeas y técnicas de cultivo, estableciendo las primeras bodegas en Mendoza y San Juan. Sin embargo, el impulso real a la industria vino llegó en el siglo XIX con la llegada de inmigrantes europeos, especialmente italianos y españoles, que aportaron conocimientos y nuevas variedades de uvas.
Crecimiento y expansión de la industria vitivinícola
Durante el siglo XIX y principios del XX, la industria del vino en Argentina experimentó un crecimiento significativo. Se establecieron numerosas bodegas y viñedos en distintas regiones, incluyendo Mendoza, San Juan, La Rioja y Salta. La adopción de nuevas técnicas de cultivo y elaboración del vino, junto con la modernización de la infraestructura, contribuyeron a mejorar la calidad y aumentar la producción de vino argentino.
El Renacimiento del vino argentino en el siglo XX
A mediados del siglo XX, la industria vitivinícola enfrentó desafíos como la sobreproducción, la baja calidad y la falta de reconocimiento internacional. Sin embargo, a partir de los años 90, se produjo un renacimiento del vino argentino, impulsado por inversiones en tecnología, innovación en la elaboración y un mayor énfasis en la calidad. La introducción de variedades de uva como Malbec y la adopción de prácticas sostenibles también contribuyeron al éxito del vino argentino en el mercado global.
El auge del enoturismo en Argentina
Junto con el crecimiento de la industria del vino, el enoturismo se ha convertido en una parte importante de la oferta turística del país. Las principales regiones vitivinícolas, como Mendoza, Salta y La Rioja, han desarrollado infraestructura turística especializada que incluye bodegas boutique, hoteles temáticos, restaurantes gourmet y actividades relacionadas con el vino, como degustaciones y visitas a viñedos. El enoturismo no solo ha contribuido al desarrollo económico de estas regiones, sino que también ha promovido la cultura del vino y la identidad nacional de Argentina a nivel internacional.
Demografía y tendencias del enoturismo
En cuanto a turistas extranjeros, el grupo de edad mayoritario está entre los 36 y 50 años, representando el 41,9%. Sin embargo, los visitantes jóvenes también participan de manera significativa; agrupados, los de 18 a 35 años constituyen el 40,7%. En todos los casos, el perfil de los turistas del vino en Argentina indica que son principalmente jóvenes, con demandas y aspiraciones alineadas a esa etapa de vida.
Respecto a su origen, de un total de 1,26 millones de visitas a bodegas (teniendo en cuenta que no son personas, sino visitas múltiples, ya que alguien puede visitar varias bodegas), el 60% son turistas nacionales, el 26% visitantes locales y el 14% extranjeros. Entre nacionales y locales, el 86% de los visitantes a las bodegas son argentinos, lo que indica que el enoturismo es en su mayoría un fenómeno nacional.
Duración de las visitas
El 39,3% de los turistas nacionales que visitan bodegas organizan viajes con una estadía promedio de 3 a 5 noches. Además, el 22,3% se queda entre 6 y 7 noches, por lo que el 61,6% dedica entre 3 y 7 días al enoturismo. En comparación, los visitantes extranjeros tienden a quedarse más tiempo: aproximadamente el 31,3% permanece más de 10 noches, y el 23,8% entre 8 y 10 noches. Aproximadamente el 31,3% se queda más de 10 noches, mientras que el 23,8% elige quedarse entre 8 y 10 noches.
Actividades en las Bodegas
Durante su estadía, el 47,5% de los turistas nacionales visitan 1 o 2 bodegas, mientras que el 41,6% visitan entre 3 y 5. El 10,9% restante indica que recorren 6 o más establecimientos. Entre los extranjeros, solo el 20,9% visita 1 o 2 bodegas; en contraste, el 43,1% va entre 3 y 5, y el 35% restante visita más de 6. Respecto de los servicios que solicitan en las bodegas, el 98% participa en visitas guiadas del establecimiento o del viñedo, el 44% visita la tienda de vinos, el 38% asiste a eventos externos, el 28% disfruta de la gastronomía y el 20% participa en la vendimia. Estas cinco actividades son las más demandadas en las bodegas abiertas al turismo, según encuestas realizadas.
Oferta en crecimiento
A finales de 2022, Argentina identificó 357 bodegas abiertas al turismo en 16 provincias. Según datos preliminares de abril de 2023, el número total de bodegas abiertas al turismo aumentó a 375. Mendoza es la provincia con la oferta más amplia, con 180 bodegas, seguida por Salta con 30 y Catamarca con 29. San Juan cuenta con 27 y Córdoba con 23 bodegas. San Juan cuenta con 27 y Córdoba con 23 bodegas.
Movimiento e impacto
Según encuestas realizadas por las mismas bodegas, en 2022 se registraron un total de 1.264.004 visitas a bodegas. Este volumen de visitas resultó en la venta de 732.281 botellas de vino, lo que indica una proporción de 1 botella vendida por cada 1,72 visitas a una bodega.
Por otro lado, el 55% del total de los visitantes a las bodegas en ese período son mujeres, y el 11% se identifica como parte de la comunidad LGBTQ+. Además, el 45% de los enoturistas viajó en pareja o en grupos de dos personas, mientras que el 23% lo hizo en grupos de más de cinco.
Otro dato interesante del análisis es que casi la mitad de los visitantes a las bodegas en Argentina (específicamente, el 47%) se califican a sí mismos como “principiantes” y tienen conocimientos limitados sobre vinos.
Chile: Un actor clave en el enoturismo
Chile, con más de 2.900 kilómetros de extensión y una gran diversidad de climas y geografías, es otro de los actores principales en el enoturismo en América Latina. El Valle del Maipo, a pocos kilómetros de Santiago, es la región vitivinícola más famosa del país, conocida por la calidad de su Cabernet Sauvignon y la belleza de sus paisajes.
Con más de 150 bodegas, el Valle del Maipo ofrece una amplia variedad de experiencias enoturísticas, desde visitas a bodegas históricas como Concha y Toro y Santa Rita, hasta recorridos por viñedos orgánicos y biodinámicos, como los de Emiliana y De Martino. Además, esta región cuenta con alojamientos boutique y restaurantes de alta gastronomía que enriquecen la experiencia del enoturismo.
Más allá del Valle del Maipo, Chile tiene otras regiones vinícolas de gran interés para el enoturismo. El Valle de Casablanca, situado en la costa central del país, es reconocido por sus vinos blancos y espumosos, especialmente los elaborados con uvas Chardonnay y Sauvignon Blanc. Aquí, bodegas como Veramonte, Casas del Bosque y Matetic ofrecen experiencias enoturísticas en un entorno impresionante, con vistas al Océano Pacífico y a la Cordillera de la Costa.
Más al sur, el Valle de Colchagua es otro destino imperdible para los amantes del vino. Conocido por sus vinos tintos de alta gama, especialmente los elaborados con uvas Carménère, Syrah y Cabernet Sauvignon, en Colchagua se encuentran bodegas icónicas como Montes, Lapostolle y Viña MontGras. En esta región, el enoturismo se combina con la belleza del paisaje rural y la oportunidad de disfrutar de actividades al aire libre como paseos a caballo y trekking.
Conclusión
El enoturismo en Sudamérica ha avanzado mucho desde sus orígenes, evolucionando de una actividad recreativa simple a una experiencia enriquecedora que celebra la cultura, la gastronomía y los paisajes de nuestros países. Desde las bodegas históricas de Argentina y Chile hasta las regiones emergentes de Uruguay y Perú, cada destino ofrece una narrativa única que atrae a visitantes de todo el mundo.
La evolución del enoturismo refleja un cambio hacia experiencias auténticas y sostenibles, donde la conexión con la comunidad local y el respeto por el medio ambiente son fundamentales. Este enfoque no solo mejora la experiencia del visitante, sino que también contribuye al desarrollo económico de las regiones vitivinícolas.
El futuro del enoturismo en Sudamérica se presenta prometedor. Con un interés creciente en el turismo sustentable y una mayor demanda de experiencias personalizadas, el enoturismo está en condiciones de convertirse en un modelo de negocio estratégico dentro de la industria turística. Al integrar las tradiciones vitivinícolas con innovaciones en servicios y experiencias, nuestras bodegas pueden atraer a un público diverso y ayudar a consolidar a Sudamérica como un destino líder en enoturismo.
Mientras seguimos explorando y promoviendo nuestras ricas culturas del vino, el enoturismo no solo fortalecerá la identidad cultural de la región, sino que también será un motor clave para el crecimiento económico y la sostenibilidad en la industria turística.